Ubicadas en amplios valles o en llanuras inclinadas, las regiones vitivinícolas forman una franja al pie de la cordillera de los Andes que se extiende de norte a sur desde los 23° hasta los 45° de latitud. En los últimos años, productores inquietos han empujado la frontera del vino hacia el oeste, en la altura, y hacia el sur y el este, buscando el frío de las latitudes australes o la influencia del océano.
Desde los viñedos de altura en el Norte, pasando por la aridez de Cuyo y las planicies de la Patagonia, hasta los nuevos proyectos al borde del Atlántico, los vinos argentinos ofrecen una interminable gama de sabores que reflejan la identidad de cada región.